
Lic.Enrique Maimone Leal
Director Ejecutivo
PLAIGEMP
•PROGRAMA ACTUALIZACIÓN DESARROLLO EJECUTIVOS, Instituto de Estudios Superiores de Administración I.E.S.A. 2005.
•DESARROLLO DE COMPETENCIAS DIRECTIVAS I, Agustín Clarke, 2006.
•DESARROLLO DE COMPETENCIAS DIRECTIVAS II, Agustín Clarke, 2007.
•Director Financiero Grupo Fivenez 1993-1999
•Director de Mercado de Capitales / Fund Manager Banco Caracas 1999-2002
•Director Santander Investment 2003-2007
•Vicepresidente de Tesorería Banco de Venezuela – Grupo Santander 2002-2006
•Director Fundador Bancrecer Banco de Desarrollo – Grupo Santander 2006-2007
•Certificado COACH ORGANIZACIONAL Diplomado Internacional en Coaching Organizacional – II COHORTE – UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA , Venezuela, 2009.
•Director – CFO M.V.L. Consultores, C.A. 2007 – actual.
•CORREDOR PÚBLICO DE TÍTULOS VALORES, Director Gerente / VP Trading, ZOOM Sociedad de Corretaje de Valores, C.A. 2009 – actual.
•MIEMBRO FUNDADOR de la Comunidad Venezolana para el Coaching Profesional, Capítulo Venezuela de la ICF (COVECOP), Venezuela, 2009.
•CONSEJERO CONSULTIVO de la ASOCIACIÓN DE NACIONES UNIDAS EN VENEZUELA- ANUV. Venezuela-2015 - actual.
•MIEMBRO ACTIVO de la International Coaching Federation (ICF Membership ID: 009002221)
•Director fundador y CFO International Coaching Federation ICF Capítulo Venezuela AC 2013-2017
•Director CFO DISTRIBUIDORA CENTRO ORIENTE, C. A. 2011 - Actual
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La Ética Empresarial en el Siglo XXI
Enrique Maimone
En un mundo globalizado, interconectado y tecnológicamente avanzado, la ética empresarial ha pasado de ser un valor deseable a convertirse en un requisito indispensable para la sostenibilidad y la legitimidad de las organizaciones. El siglo XXI plantea desafíos inéditos para las empresas: consumidores más informados y exigentes, regulaciones más estrictas, presión de los mercados para actuar con responsabilidad y un entorno mediático en el que cualquier acción poco ética puede difundirse y amplificarse en cuestión de horas.
La ética empresarial puede definirse como el conjunto de principios y valores que guían el comportamiento de una organización y de sus integrantes en sus relaciones internas y externas. No se limita a cumplir con la ley, sino que busca ir más allá, asegurando que las decisiones empresariales contribuyan al bienestar común, respeten los derechos humanos y protejan el medio ambiente.
De la rentabilidad a la sostenibilidad integral
Durante gran parte del siglo XX, el objetivo principal de las empresas era maximizar beneficios para los accionistas. Si bien la rentabilidad sigue siendo esencial, el enfoque actual se orienta hacia la sostenibilidad integral, en la que las dimensiones económica, social y ambiental se entrelazan. En este contexto, la ética empresarial se convierte en una brújula que orienta las estrategias y operaciones para crear valor no solo para los accionistas, sino para todos los grupos de interés: empleados, clientes, proveedores, comunidades y el planeta.
Empresas líderes han adoptado códigos de conducta que incluyen compromisos claros con la transparencia, el respeto por la diversidad, la igualdad de género, la inclusión, el comercio justo y la protección del medio ambiente. Estos códigos no son simples declaraciones simbólicas, sino marcos operativos que orientan las decisiones cotidianas.
Tecnología, globalización y nuevos dilemas éticos
El avance tecnológico y la digitalización han abierto oportunidades, pero también dilemas éticos complejos. La gestión de datos personales, el uso de inteligencia artificial, la ciberseguridad, el teletrabajo y la automatización plantean preguntas sobre privacidad, empleo, control y equidad. El comportamiento ético implica, por ejemplo, garantizar que los algoritmos sean transparentes y libres de sesgos, proteger la información sensible de clientes y trabajadores, y asegurar que la transformación digital no deje a grupos vulnerables en desventaja.
La globalización, por su parte, ha ampliado la cadena de suministro a escala planetaria. Esto significa que una empresa puede estar directamente implicada en condiciones laborales en países lejanos, prácticas ambientales de sus proveedores o políticas fiscales en diferentes jurisdicciones. La ética empresarial exige responsabilidad a lo largo de toda la cadena de valor, evitando prácticas como la explotación laboral, la evasión fiscal o la externalización de daños ambientales a territorios con regulaciones laxas.
La presión de la opinión pública
En la era de las redes sociales, las empresas están bajo la lupa constante de la opinión pública. Cualquier incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace puede derivar en crisis reputacionales inmediatas. Esto ha impulsado a muchas organizaciones a integrar la ética en su estrategia corporativa, no como un accesorio, sino como un elemento central de su identidad.
Las empresas que actúan con integridad construyen confianza, y la confianza es hoy uno de los activos más valiosos. Un estudio de Edelman Trust Barometer muestra que las personas esperan que las empresas lideren en temas como el cambio climático, la justicia social y la defensa de los derechos humanos. Quedarse al margen o actuar de forma ambigua puede ser interpretado como complicidad o indiferencia.
Liderazgo ético y cultura organizacional
La ética empresarial no se impone únicamente mediante códigos o regulaciones; se cultiva desde el liderazgo. Los líderes éticos son coherentes entre su discurso y sus acciones, toman decisiones pensando en el largo plazo y asumen la responsabilidad por las consecuencias de sus actos.
Asimismo, la cultura organizacional debe reforzar comportamientos responsables mediante la formación, la comunicación y la implementación de mecanismos de denuncia y protección frente a represalias. Un entorno laboral ético favorece la motivación, la productividad y la retención del talento.
La ética empresarial en el siglo XXI es más que un imperativo moral: es una estrategia de supervivencia y diferenciación en un mercado donde la transparencia y la responsabilidad son exigidas por consumidores, inversionistas, reguladores y la sociedad en general.
Las empresas que adopten un enfoque ético sólido no solo mitigarán riesgos, sino que también generarán un impacto positivo duradero, fortaleciendo su reputación, fidelizando a sus clientes y contribuyendo a un desarrollo verdaderamente sostenible.
La pregunta no es si la ética empresarial es importante, sino si es posible prosperar sin ella en el mundo actual. Todo indica que la respuesta es un rotundo no. En el siglo XXI, actuar con ética no es opcional: es la base sobre la cual se construye el éxito legítimo y sostenible.